COVID-19, LA NUEVA NORMALIDAD Y LA AMENAZA YIHADISTA

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© Fernando PINTO CEBRIÁN. Col. Inf. DEM (R).

Doctor en Historia. Universidad de Valladolid.

Cómo citar:

PINTO CEBRIÁN, F., “COVID-19, la nueva normalidad y la amenaza yihadista”, https://www.ijespol.es/covid-19-la-nueva-normalidad-y-la-amenaza-yihadista/

Hay mucha gente que, al leer el presente título, se preguntará qué es lo que tiene que ver tal terrorismo con la pandemia.

La respuesta es obvia, aparentemente nada en principio, pero si es de interés saber que es lo que se piensa el yihadismo al respecto dado que el problema de su terrorismo (como otros muchos más), a pesar de la pandemia, sigue estando ahí, presente.

Son muchos los analistas de terrorismo, unos con alguna información no consistente y otros desde especulaciones, que admiten que grupos terroristas, sobre todo los transnacionales, han pensado, al compás de la evolución de la tecnología, aplicar a sus acciones medios nucleares, radiológicos, bacteriológicos y químicos (NRBQ).

Hecho, aquel del pensamiento, junto a algunos indicios de intenciones, que preocupando a aquellos países que pueden ser sus objetivos, han propiciado, desde una realidad comprobada (por ejemplo, el empleo de ántrax en cartas bomba, difusión en algunos transportes públicos, …) o en otra imaginada, que algunos Servicios de Inteligencia hayan incluido como riesgo-amenaza la posibilidad de una acción NRBQ por parte de algún grupo terrorista, en especial el yihadista, ya que este, amén de indicaciones anteriores, lanzó al respecto en el 2018 tal amenaza (lo que supone también una acción terrorista), arguyendo que

“se estaba preparando para ataques con armas radiactivas (mantienen pues “la obsesión […] por la energía nuclear […] para llegar a obtener la ´bomba nuclear islámica` que les permita blindarse frente a Occidente” (Aróstegui, 2005, 92)) y asimismo biológicas” (Noticias de Israel, 2018).

Preguntas y respuestas de los analistas

Sabemos en general que, ante cualquier conflicto bélico, o ante cualquier situación catastrófica, acompañe o no al anterior, tanto de carácter nacional como internacional o global, como es el caso de la pandemia actual del coronavirus, la sociedad se hace generalmente las tres preguntas siguientes que los analistas de diversa factura, unos especializados y otros no tanto, tratan de responder:

1) Cuales son las causas-origen de la pandemia (quienes son los culpables caso de existir).

Apartado al que se aplican ciertos oportunistas que tratando de explicar sus ´verdades alternativas` (cuando la verdad debería ser única) o sus teorías ´conspiranoicas` bajo la idea general de intuir quien está detrás del problema y que es lo que buscan con el mismo (intereses económicos, políticos, …, o simplemente echar la culpa a alguien ajeno al país para eludir la responsabilidad de sus propios errores); teorías asimismo muy relacionadas con enfrentamientos geopolíticos-geoestratégicos actuales o latentes (aplicados, por ejemplo, principalmente a las tensiones visibles entre los EEUU, China y Rusia por el dominio del mendo; en la actualidad -abril 2020- Trump está acusando a China del problema mientras que expertos de la comunidad científica lo desmientes) [1].

Asimismo, participan en este apartado, aquellos que tratan de justificar sus ideas, ya expuestas con anterioridad, sobre la posible existencia de un bioterrorismo. Teorías que no añaden nada a la resolución inmediata del problema salvo la de provocar en la sociedad alarma, angustia y más miedo al plantear intenciones que, hechas realidad, pueden llegar a modificar y prolongar el proceso; unas teorías sin ninguna evidencia que, sin embargo, se venden bien, en la base de una desconfianza generalizada hacia los políticos, por su simplicidad ante la complejidad de la realidad (Fanjul, 2020, 7).

Teorías pseudocientíficas y noticias falsas que han propiciado la entrada a remolque del miedo de “movimientos neonacionalistas, antivacunas, [negacionistas] dogmáticos de la conspiración”[2] de carácter internacional; movimientos o grupos minoritarios, pero bien organizados, que no tienen el más mínimo interés en remediar la situación sino todo lo contrario, agitar para justificar sus ideas ´salvadoras` y la posible violencia de rechazo llenos de “resentimiento antidemocrático, racista, homófobo y transfobo, …” (Emcke, 2020, 11-12), formando parte, junto a políticos inoperantes, de una “conjura de los irresponsables” (Simón, 2020, 15), al tiempo de que tratan de convencernos de que el virus procede de intención humana, o que la pandemia no existe y que todo lo que ocurre es por culpa de intereses creados por el 5G (se difunde el virus a través de sus antenas) y Bill Gates…, que hay ocultación expresa del numero de contagiados y fallecidos y que con la vacuna tratan de controlarnos…

De todas formas, hay que tener en cuenta que en este momento todos los Estados, sea cual fuere el origen de la pandemia (natural o guiada por la mano de hombre; lo que ha movido a la investigación por parte de determinados organismos, entre ellos de los Servicios de Inteligencia), sólo están interesados prioritariamente en tomar las medidas adecuadas para resolver la misma cuanto antes (interés que primará a lo largo de todo el proceso). Es el momento en el que los analistas se preguntan: ¿cómo saldremos de esta? (Vicente, 2020, 4).

2) Determinación. Lo más exacta posible, de los hechos (fuera de toda palabrería) que buscando combatirla. Apartado al que se aplican los contadores del relato (periodistas, políticos, analistas y algunos elementos sociales) de lo que acontece acompañado de múltiples opiniones; alguno con un espíritu crítico exacerbado, manifestando aciertos y errores según criterios propios, a menudo subjetivos y fuera muchas veces del análisis de expertos-profesionales en el tema creando, en su caso, una especie de contra relato cuando no sirven de apoyo a los ya irremediables y peligrosos fake news; es el momento del inicio de la búsqueda de los elementos, ordenándoles según la prioridad de su necesidad, de la estrategia tanto nacional, como regional y mundial a cubrir en el futuro cuando acabe la pandemia.

3) Desarrollo de los análisis de sus efectos, de sus secuelas, buscadas entre los aciertos y los errores cometidos, las transformaciones, de todo tipo: sociales, políticas, económicas, …, necesarias, evaluando cara al futuro la situación con rigor y tranquilidad; análisis que están cubriendo en la actualidad “las novedades [literarias] de no ficción” (Vicente, 2020, 4). Apartado este que se basa, ineludiblemente, en los anteriores buscando, en la base de un diálogo social y político riguroso y consecuente (evitando toda división), un histórico con las enseñanzas de lo pasado dando importancia, fuera de pesimismos, a los cambios subsecuentes (para lo que hay que aportar ideas y medidas de coordinación y financiación para desarrollarlos) ya que de ellos dependerá el futuro (para algunos muy importante al vislumbrar en sus análisis el inicio, gracias a la pandemia, de un posible cambio de era).

Tipos de análisis que al final del proceso han de estar, con la suma de los aciertos y errores de la realidad vivida, irremediablemente unidos en aras de la claridad de lo ocurrido y de las decisiones más eficaces cara al futuro, dejando de lado aquellos que, difundidos en ocasiones en diferentes medios de comunicación social, son además de irrelevantes e interesadamente contraproducentes a la necesaria tranquilidad social.

Análisis que, comprendiendo la diferente velocidad habida entre su planteamiento y la resolución efectiva. han de servir al final, pasada la pandemia, para el establecimiento en la sociedad a través de sus representaciones políticas de planteamientos, acuerdos y pactos, si no se tomaron durante el proceso, para atender a la necesaria reconstrucción económica y social. Análisis a los que se han de unir los de otros países también afectados por la pandemia para, en su caso (que seguramente será obligatorio), actuar en unidad solidaria de acción.

Análisis que ya se venían efectuando por diversos Servicios de Inteligencia, algunos explorando su posibilidad y los daños que podían producirse sin apuntar a un origen humano intencionado; previsiones que apuntaban a la búsqueda de medios y procedimientos para su limitación y eliminación de la crisis con la mayor rapidez posible (caso del informe emitido por el Pentágono de los EEUU en 2017 (Fitsanakis, 2017)).

De todas formas, en el proceso aludido anteriormente, la mayoría de los análisis de cada momento olvidan, dando prioridad al coronavirus y a lo que le rodea, el comportamiento de aquellos problemas ya existentes que, latentes o no, siguen estando presentes durante el proceso de la pandemia (terrorismos, crimen organizado, narcotráfico, cambio climático global, migraciones masivas, conflictos bélicos irresueltos, …); problemas que no podemos ni debemos olvidar.

No obstante, a ello si se dedican los Servicios de Inteligencia tratando de desentrañar su origen, evolución y determinar la ´lucha` por los medios para su exterminio. Servicios que al tiempo se preocupan por los criterios a seguir en su trabajo habida cuenta de que también se ven afectados por la pandemia (información al respecto que no es publicada). Unos Servicios que, seguramente, han de admitir algunos cambios para rastrear con adelanto las nuevas posibilidades de una pandemia y alertar con la suficiente antelación, siempre teniendo en cuenta que no son científicos y que la búsqueda es la de aquellos enemigos que quieren utilizarla.

 

El pensamiento yihadista sobre la pandemia

Es pues en este marco, en el que se ha de analizar la situación del problema subsistente del terrorismo yihadista, basándonos tanto en el pensamiento yihadista respecto a la pandemia (que sigue también, de alguna forma desde su aparición, el proceso analítico de los apartados apuntados), así como aquella de los que les combaten (en este caso concreto algunos plantean la necesidad de su estudio para actuar, a través de sus enseñanzas, contra un posible bioterrorismo futuro, un ´virusterrorismo`, como citan algunos, …).

Análisis pues que en su elaboración ha de tener en cuenta que, entre las consideraciones teóricas y especulativas de algunos y la realidad, media siempre la actuación de los Servicios de Información/Inteligencia bajo la dirección política del momento, la gestión de toda acción operativa para evitar, frenar o limitar el posible ataque bioterrorista, así como la participación activa y eficaz para la resolución del problema cuando se ha manifestado en el ámbito de la política, de la economía, de la sociedad y, fundamentalmente, de los medios sanitarios del país.

Ante las manifestaciones de los yihadistas, evolutivas en poco tiempo, se puede inferir en principio que, aunque se hayan reducido en la actualidad los atentados en Occidente (no así en el mundo árabe-musulmán), la idea principal de su imaginario cara a la construcción de ´su` califato no ha cambiado sustancialmente. Razón por la que pensar que el terrorismo, tras la derrota (no total) del Estado Islámico, ha entrado ahora en una segunda fase, es solo correcta desde el lado occidental, no así desde el lado yihadista en el que la derrota aludida es sólo una prueba más que les impone Alá, prueba de la que saldrán reforzados cara al desarrollo de su idea expansiva califal.

Lo que si hay, desde siempre, es un aprovechamiento por su parte de la situación de la debilidad occidental; un aprovechamiento, como es en ellos habitual, de todas las vulnerabilidades que presentan ´sus` enemigos, tanto actuales como futuras según su previsión, entre ellas  las que aparecen ahora con la actual pandemia en el mundo de los ´nuevos cruzados` (razón por la que, también como siempre, hay que estar alerta a sus intenciones, amenazas e intervenciones).

Así pues, para los yihadistas del EI la pandemia, considerada por AQ como “el más pequeño de los soldados de Alá”, sin tener en principio en cuenta sus infectados “constituye [además] un regalo de Alá, un ´tormento` divino contra los cruzados”; regalo enmarcado en la venganza sagrada por la muerte a manos estadounidenses de su líder Abu Bakr al Baghdadi; razón por la que observan con júbilo el desarrollo de la pandemia en los EEUU (Claret, 2020).

Así, viendo que la pandemia también les afecta considerándola un castigo de Alá por sus desviaciones del camino marcado y que, volviendo a su cauce, les protegería de la infección, a la vista de los efectos inmediatos de aquella y los futuros previsibles (un Occidente debilitado económicamente y con una menor capacidad de respuesta al terrorismo) (Zuloaga, 2020), la pandemia empujó inicialmente al Estado Islámico (EI) a intentar aprovechar la debilidad occidental para atacar a los infieles en sus casas, en su domicilios, pero viendo la acción del coronavirus sobre sus seguidores aconsejó después no atentar en Europa para evitar el contagio siguiendo el Hadith (Dichos del Profeta Mahoma) que dice que no hay que entrar en zonas infectadas ni salir de las que lo están, al tiempo que daba a sus seguidores una serie de consejos proféticos a seguir en la base de confiar en Alá dado que todas “las enfermedades no golpean por si mismas, sino por orden de Alá”. Consejos basados en la Sharía o Ley Islámica (Hurtado, 2020; EFE, 2020))

Como era pues de esperar, los yihadistas, sin renunciar a la idea del castigo de Alá a los infieles que les combaten y aquella de ser una prueba para sus seguidores, aprovechan ahora, a su manera, lo recogido en el Corán y en los Hadith (algunos recogidos en la ´Medicina Profética`) en cuanto a los procesos infecciosos (´castigo` y ´prueba`, calificativos de la pandemia, indicadores de que Alá es su único y verdadero Dios y que cuentan con ella como un ´guerrero` más de Alá).

Unas palabras, dentro ya del segundo análisis citado al comienzo, llenas de actualidad:

“lavarse las manos, quedarse en casa, no tocar nada, aislarse de los demás, limpieza de manos antes de comer, al levantarse, alejamiento de los focos de infección, no entrar en ellos, no salir de ellos si se está dentro, acudir a la oración sin dejar de tomar todas las medidas de precaución, …” (Nieves, 2020; Newsweek, 2020)

, llegando incluso a dar consejos (difundidos a través de sus medios de propaganda), según la sharía, como los ya citados,  para no ser infectados por el coronavirus,

“un coronavirus que se contagia por orden de Alá” y que, por lo tanto para su curación se requiere como antídoto principal “tener fe” (EFE, 2020)

, llegando a afirmar, como complemento, que “si toda la tierra fuera musulmana no habría virus” resaltando además la importancia de cubrirse, tanto los hombres como las mujeres con el velo (Ferreira, 2020).

Palabras que, habida cuenta de que el Islam es una religión que exalta la limpieza de alma y cuerpo, una limpieza que procede de la fe (“Ciertamente Alá ama a los que se arrepienten y purifican”, Sura 2 (Al-Báqara: La vaca):222), van dirigidas a todos los musulmanes sin excepción siendo de obligada apreciación y aplicación y que los yihadistas llegan a retorcer en el sentido de que quienes no cumplen con ellas se verán brutalmente atacados por la pandemia (Occidente ha tenido que ir aprendiendo y cumplir con tales indicaciones al compás del aumento del número de sus infectados y fallecidos).

Asimismo, para ellos, los infectados en sus filas (de los que no se sabe su número) son la señal de otra prueba a superar, prueba que les envía Alá en el camino hacia la construcción de su califato; prueba de la que el yihadismo saldrá reforzado con el ejemplo de quienes luchando islámicamente no la superen, ya que tales afectados serán mártires que alcanzarán, en consecuencia, el Paraíso (El Profeta dijo: “La peste es la causa del martirio de todos los musulmanes (que mueren a causa de ella)” (Sahih al-Bukhari, Volumen 4, Libro 52, Número 83).

Sea como fuere, los yihadistas aprovechan, y seguirán aprovechando la pandemia mientras dure, para reforzar sus posiciones, estructura, etc.; caso, por ejemplo, de los combatientes renacidos en Siria/Irak que, “al calor de la pandemia [que ha favorecido, bajo dificultades económicas, la retirada de tropas en su contra] y el descontento” de la sociedad civil ante su abandono a manos de unos Gobiernos corruptos y negligentes, se está rearmando y al tiempo atentando desde parámetros guerrilleros (Carrión, 2020, 19). Unos yihadistas pues que, ante la situación de confinamiento, han multiplicado su actividad en las redes para no perder terreno entre sus adeptos y entre los posibles candidatos a su combate (Araluce, 2020).

 

´Musulmanes de paz` y pandemia

No obstante, para otros musulmanes, contrarios al yihadismo (musulmanes de paz para algunos analistas) y dejando de lado a los indiferentes, también la realidad de la pandemia permitida por Alá, además de recomendar la adopción de actitudes sanitarias consecuentes e inducir a la oración (en algún caso junto a la de otras religiones con las que conviven), ha sido empleada también como refuerzo a ciertos planteamientos político-sociales (planteamientos que, en cualquier caso, están siempre rodeados por la religión y tradiciones derivadas).

Caso, por ejemplo, del partido-milicia Hezbolá al admitir que “el coronavirus es un regalo de Alá” [ya que] “esta crisis le permite [a través de la movilización de 25.000 voluntarios al lado de su milicia] restaurar la legitimidad de cara a la comunidad local, destacar frente al resto de partidos y presentarse como interlocutor ante la comunidad internacional para contener la pandemia [en tanto que partido a cargo del Ministerio de Sanidad]” (Sancha, 2020, 8).

Musulmanes que, siendo objetivo permanente de los yihadistas, pueden ser atacados psicológicamente por el yihadismo bajo la indicación: ´mirar como os tratan`, ´mirar como os abandonan`, …, aprovechando, en su caso el desastre sanitario en sus comunidades, si se produjera, y aquel de los inmigrantes y de los campos de refugiados.

Por su parte, en el lado occidental, combatiente permanente del yihadismo, sus apreciaciones ponen “el foco en las amenazas bioterroristas”, tal y como lo hace el Real Instituto Elcano en su último informe, “España en el mundo en el 2020”, buscando enseñanzas (prevención, detección y respuesta) en lo que está ocurriendo para encontrar las soluciones más adecuadas (en cierto modo ´protocolarizadas`) caso de un hipotético ataque futuro terrorista con tales medios (Pardo, 2020).

Preocupación también tenida en cuenta en otros países del entorno (Francia, por ejemplo) al considerar en sus planteamientos la posibilidad de que

“la evolución de la amenaza terrorista se oriente hacia el riesgo NRBQ”, instando a sus gobiernos respectivos a “reactualizar su doctrina para mejor proteger a su población” (Kan, 2020).

No hay que dejar de lado tal posibilidad teniendo en cuenta algunas informaciones obtenidas al respecto, como la noticia difundida en los medios de que “células del EI se instruían para atentar en Europa con armas químicas”; noticia procedente de los estudios y análisis de un equipo de expertos del Consejo de Seguridad de la ONU.

En dicho informe se concluye, sin intención de alarmar dado el nivel bajo de la amenaza, que el EI, buscando mantener su superioridad sobre AQ

Ataque que, de momento, según algunos analistas, es de escasa posibilidad, por lo que se descarta que “sea un riesgo inminente” ya que ahora mismo no estamos en ese escenario debido a que ese tipo de atentados biológicos “no están hoy al alcance de las organizaciones yihadistas” de modo que

“si no lo han conseguido es debido a su incapacidad para aunar el conocimiento, los materiales y la infraestructura necesarios” (Pardo, 2020).

Indicaciones con las que se trata de reducir el alarmismo consecuente a la manifestación pública de tal posibilidad olvidando que el dinero, y los yihadistas lo tienen, pueden comprar, en cualquier momento, las voluntades y los medios precisos para tal tipo de ataque, saltando entonces de la intención a la realidad a la vista de los efectos producidos por el coronavirus.

Un ataque que, como en toda guerra bacteriológica, ha de ser selectivo causando bajas sólo entre sus enemigos infieles, pero como como tal cosa no ocurrirá, si se decidiera realizarlo las muertes en sus filas se han de justificar con el martirio, con la entrega a la muerte para el triunfo de Alá. Razón por la que su bioterrorismo añade a su peligrosidad aquella del posible envío de terroristas infectados a aquellos lugares donde se asientan sus enemigos (como en España/Al-Ándalus).

Cara al futuro, ¿cual será el escenario mundial tras la salida de la pandemia?

Los análisis prospectivos desarrollados por diferentes analistas y entidades en la búsqueda constante de un entendimiento del futuro (a los que se han dedicado, entre otros, diferentes Servicios de Inteligencia), sin saber cuanto va a durar la pandemia ni ciertamente lo que va a pasar tras la misma (aún así “vale la pena pensar en ello”), o si van a venir otras nuevas, apuntan a varias posibilidades, a varios modelos que hay que estudiar desde el ahora, antes de que acabe la crisis provocada por la pandemia (una crisis que sólo terminará con la existencia de una vacuna y unos medicamentos de combate al virus) tomando ésta como una “sorpresa estratégica” con la que pocos contaban (Basset, 2020, 4):

– Aquellos que creen que nada será igual y que todo cambiará entrando en una nueva era, en un mundo nuevo, con la desaparición del capitalismo y de la globalización en la idea de que

“el virus ha perforado un equilibrio imaginario y ha acelerado un proceso de desintegración que ya estaba en marcha” (Gray, 2020, 1).

– Aquellos que consideran que no habrá cambios sustanciales retornando al ´politiqueo` de siempre con una lucha de enfrentamientos y divisiones exacerbada por las posturas irresponsables de algunos durante la pandemia, más pendientes de evitar el coste político que de asumir su responsabilidad (Simón, 2020, 15).

– Aquellos que toman tal retorno sólo con ciertos cambios en los asuntos que ya estaban en marcha antes del coronavirus (narcotráfico, crimen organizado, terrorismo, conflictos armados, migraciones, etc.).

– Aquellos que piensan que la vuelta a la ´normalidad` sin el coronavirus será en un mundo convulso, muy competitivo, bajo varias amenazas: inestabilidad política, dificultades económicas, criticas a las gestiones gubernamentales, rotura de la paz y violencia social, rechazo exacerbado a los inmigrantes, mantenimiento de algunas de las actitudes autoritarias que fueron de necesaria aplicación durante la respuesta al coronavirus.

– Aquellos que anuncian una vuelta a los nacionalismos, a los ´estados protectores`, a los egoísmos nacionales rompiéndose algunas de las estructuras supranacionales existentes, acompañado de una desconexión entre la sociedad y sus Gobiernos.

– Aquellos que hablan de que algunos países podrán salir reforzados, mientras que, para otros, en esta línea de análisis, ningún país saldrá reforzada cara al futuro.

– Aquellos que, analizando la situación geopolítica, consideran que habrá un aumento de la rivalidad entre algunos países (EEUU, China, Rusia, …). Rivalidad que puede explotar en conflictos armados con una crueldad y enconamiento desconocida al añadir a ellas el factor vital, esencial, de la supervivencia.

– Aquellos que tomando en cuenta la posibilidad del origen forzado de la pandemia por alguna superpotencia y no de una zoonosis, consideran que se ha llevado la lucha geopolítica al límite pudiendo provocar situaciones mundiales imprevisibles.

– Aquellos negacionistas, dispuestos a llegar a la violencia, que consideran que, detrás de una pandemia que no es tal, vamos a ser controlados a través de un chip dentro de las vacunas por un nuevo orden mundial, razón para instar a sus seguidores a la revuelta activa.

– Aquellos que, más positivos y optimistas, engloban el futuro en una apertura solidaria de cooperación global que nos permita

“salir de la caverna, de la oscuridad y las sombras” (Lledó, 2020, 42).

– Aquellos que creen que habrá

“un cambio en las políticas que permita cear una sociedad donde la educación y la ciencia sean fundamentales para el desarrollo frente a las desigualdades” (Garesse, 2020, 11).

– Aquellos que no quieren regresar a la normalidad anterior por considerarla obsoleta y fracasada tras lo vivido con la pandemia y sus consecuencias. Una normalidad que ya no tiene validez, que no sirve debido a que todos hemos cambiado.

– Por último, aquellos que creen que la acusada debilidad provocada por la pandemia de países en conflicto, sumando a ellos los afectados por el terrorismo yihadista, pueden verse empujados a mediar y negociar entre ellos, incluso con los terroristas, para resolver a través de treguas concertadas, el problema común de la pandemia y/o de sus posibles rebrotes.

Futuro que, dada la negatividad y pesimismo de muchos de los escenarios previstos (teniendo en cuenta además que la mayoría de las poblaciones viven en grandes aglomeraciones urbanas, lo que facilita los contagios), se podrían clasificar tal y como lo plantea el escritor Javier Marías, “en dos tipos de cenizos y agoreros”, por un lado “los retrospectivos”: aquellos que “afirman que todo se debe a nuestra mala cabeza…” y por otro “los futurizos” que lo ven todo negro (Marías, 2020, 74).

Escenarios que, a pesar de todo, habrá que modular teniendo en cuenta la interferencia de fake news, bulos, desinformaciones, etc. difundidos a través de una propaganda tendenciosa, y que han de ser desarmados por medio de informaciones continuadas y veraces desde ya junto a experiencias comparadas, al objeto de evitar algunos de los problemas profetizados.

Escenarios que han de ser tenidos en cuenta para la formulación de cualquier plan de reconstrucción nacional, regional y/o internacional (sin perder de vista los países musulmanes, afines al yihadismo o no); plan que ha buscar solución a los daños políticos, económicos, sociales, sanitarios o de cualquier otro tipo causados por la pandemia sin dejar de tener en cuenta las amenazas antiguas y las nuevas que puedan actuar en su contra; plan que ha de visar el presente en la salida de la pandemia y cara al futuro.

En España se han efectuado, y se siguen efectuando, los tres tipos de análisis citados al comienzo y, asimismo, se han visualizado los posibles escenarios particulares a los que nos hemos de enfrentar, a pesar de algunas diferencia políticas que aplicadas en la actualidad al caso (abril de 2020) no ayudan al intento de resolver el problema en unidad de acción (interna y con la UE): problema sanitario del presente y económico social tras la salida de la pandemia, frenando, en este caso, todo pacto para un posible plan de reconstrucción nacional, con los autonómicos correspondientes, relacionado con la UE;  en principio se pensó en un posible Plan Marshall, en un Fondo de Deuda Perpetua, en la creación de un Fondo europeo de Rescate, en el empleo de ´coronabonos, …, planteados desde ya como necesarios para una vuelta a la normalidad, tras una desescalada por fases y del rigor de las medidas adoptadas.

Una normalidad llena de interrogantes (fundamentalmente derivados de la evolución de la situación sanitaria, de la crisis económica y social que la acompaña) y de medidas extraordinarias a implantar.

Una normalidad definida como ´nueva` para diferenciarla de la anterior o ´vieja` que en si mismo no supone una vuelta a lo que considerábamos normal puesto que ahora la sociedad está sujeta a ciertas restricciones, tales como la distancia social adecuada, la mascarilla, limitaciones de movimientos, etc. Una ´nueva` normalidad que exige pues una transición desde la `vieja´

Una nueva normalidad que no es la normalidad de toda la vida, que extraña la ´vieja` y que precisa de innumerables adaptaciones para caminar, rezón por lo que sería mejor hablar de ´nueva situación` [3]  o de nueva realidad, dado que la normalidad anunciada puede tardar años en aparecer (según la Organización Mundial de la Salud -OMS- habrá que esperar unos dos años desde la fecha) al estar pendiente de una vacuna y de medicamentos que sean realmente eficaces para combatir la pandemia (y más aun cuando se trata de una pandemia de carácter global); normalidad que no puede ser tal por cuanto, de momento, hemos de convivir con el coronavirus, y que tampoco lo será por cuanto existe la posibilidad de reinfecciones y de nuevos rebrotes, amen de que la pandemia dejará seguramente secuelas físicas en los infectados y heridas económicas y sociales. Y que decir si aparecen, nada descartable, periodos continuados de recrudecimiento, mutaciones víricas e incluso nuevas pandemias.

Situación que implica debilidad, no sólo para la resolución de la pandemia, sino para guardar fuerzas para combatir las posibles acciones de los fundamentalismos religiosos (aquellos que consideran la pandemia como un castigo de Dios enviado a “la humanidad por su maldad, por haberse apartado de la religión  y por el ateísmo cada vez más difundido”, y entre ellos el del terrorismo yihadista (castigo a los infieles; prueba a los fieles), dentro, como lo consideran algunos analistas occidentales, de las “estrategias de Satanás” a combatir con “la vuelta a la religión y a la fe en Dios” (para los yihadistas con la conversión de los infieles a ´su` Islam) (Tamayo, 2020, 4). Sin olvidar a aquellos yihadistas que consideran la pandemia como una estrategia más de combate de los ´nuevos cruzados` para eliminarles.

NOTAS:

[1] Más en concreto, en el tema que nos ocupa, se ha llegado a admitir que la vacuna de la COVID-19 “es una tapadera para inocularnos un chip” al objeto de controlarnos (Fanjul, 2020, 7).

[2] Forman parte de grupos organizados a tal fin que, movidos por el miedo, la incertidumbre hacia el futuro y las crisis que la pandemia provoca son una gran amenaza para la salud pública con la difusión en la sociedad de bulos y fake news sin soporte científico apuntando, por ejemplo, que hay una ¨plandemia` para eliminar a una parte de la sociedad y controlar al resto (muchos se volverán estériles y desarrollarán problemas mentales). Grupos que se suelen apoyar en la ultraderecha, simpatizantes interesado y grupos sectarios diversos, como por ejemplo de “Resistencia Democrática” (Prats, 2020) y que han llegado a agrupar en España a unos 182 “Médicos por la Verdad” que niegan el Covid-19 con el peligro que ello supone de alarma e inseguridad, desde su autoridad, para la sociedad (Servimedia, 2020). Grupos de expansión internacional que expresan públicamente sus ideas, realizan manifestaciones sin la seguridad requerida… Caso reciente, por ejemplo, de la última “manifestación en Berlín contra las medidas anticovid del 29 de agosto pasado” (Müller y Carbajosa, 2020, 5).

[3] La expresión ´nueva normalidad` que, nacida el 11-S y empleada más tarde den la crisis del 2008, es un “fetiche léxico, un oximorón” que suena bien pero que en el fondo no explica nada, y que, por entenderse a la primera, los políticos emplean continuamente para apoyar sus consideraciones a la ´salida` de la pandemia (Gómez, 2020, 5).

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